Futuro del ámbito financiero (II)
¿Qué sabemos?
La aproximación inicial plantea una serie de interrogantes sobre los que puedan ser caminos alternativos a futuro para el sector financiero teniendo en cuenta la lectura del contexto, el foco de acuerdo a sus fortalezas y debilidades, así como las posibles oportunidades que puedan abrirse de acuerdo a la evolución tecnológica, social y de las formas del trabajo a futuro. A priori, podemos avanzar algunos desafíos de la transformación bancaria sobre el futuro recogido en la mesa de debate, “Liderando el futuro” de Forbes:
- Sabemos que la función tradicional de la banca como tomador de depósitos no es rentable (los bancos pierden dinero).
- Los nuevos entrantes, con estructuras más ligeras, centran su actividad en verticales específicas de la función financiera.
- La transformación organizacional y tecnológica de las entidades e incumbentes tradicionales actuales.
- La tecnología permite prestar el servicio que un banco tradicional venía prestando con un menor número de empleados de forma cada vez más eficiente, aplicando ciertos automatismos.
- La pandemia y posterior confinamiento ha demostrado que los modelos de trabajo híbridos o en remoto han funcionado y permitido a las entidades bancarias y sus clientes seguir operando con normalidad.
- La convivencia de distintos proveedores de servicios financieros en ecosistemas abiertos de servicio.
- El riesgo de desintermediación en favor de terceros (grandes plataformas o tecnológicas).
- La afectación que sobre los servicios financieros pueda tener un mercado único digital.
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Imagen de Evgeny Greenshteyn
Las principales amenazas para el sector financiero de acuerdo con el análisis para los próximos 10 años son los siguientes:
- Un papel fuerte de las grandes tecnológicas con los estándares tecnológicos que impone es un problema a afrontar si no se tiene control sobre la evolución del estándar, autonomía para trabajar con alternativas o capacidad para apalancar la actividad financiera en otros activos.
- El ritmo de innovación tecnológica compromete las inversiones y recursos a futuro en tanto no hay una apuesta correcta (tecnologías propietarias, nuevos estándares de mercado).
- En un contexto de innovación acelerada, no apostar por otras palancas de diferenciación o no entender las expectativas y necesidades de las personas a futuro, sume a las entidades financieras en una posición secundaria.
- La banca retail como la conocemos está sujeta en buena medida al desenvolvimiento de la economía. Lo hemos visto en el pasado con los tipos negativos, y lo estamos viendo a lo largo del siglo XXI con situaciones complejas más o menos predecibles (crisis económicas, pandemia, guerra, falta de materias primas…). No contar con alternativas de servicio es un riesgo potencial que sujeta la actividad financiera a los ciclos y eventualidades económicas que se están presentando como ingobernables.
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Imagen de Dan Tobin Smith y Rachel Thomas
- Los hábitos de consumo están evolucionando constantemente y lo hacen de acuerdo con las escalas de valores de la sociedad. Pasar por alto dichos cambios puede hacer que la oferta de servicio de la banca resulte irrelevante.
- Viendo las dinámicas digitales, es previsible a futuro que un tercero tenga la relación con el cliente financiero por gestionar la plataforma, lo que deja a las entidades financieras en un segundo plano desde el que es difícil poner en valor el servicio prestado.
- Los ecosistemas de servicios digitales (OpenBanking) o el mercado único digital serán una realidad. No entender las dinámicas, el valor aportado o los roles futuros que puedan adoptar las entidades financieras es una gran amenaza.
- La polarización política y social supone una clara amenaza para la sociedad en su conjunto y para la economía en particular, lo que hace que el legislador pueda resultar poco predecible a futuro.
- La mayor presencia de la tecnología en casi cualquier faceta supone el que eventualmente personas no digitalizadas pueden quedar fuera del ecosistema de servicios digitales, entre ellos los financieros.
- Acometer de forma desordenada o poco rigurosa la transformación de la organización y del modelo de negocio sería eventualmente un fracaso.